Poemas-abortos. Considérese este blog un altar de mis fetos sucesivos, está destinado a reunir las sustancias residuales. Puah… La web es la tremebunda fosa séptica que la totalidad de los poetas esperábamos desde el principio de los tiempos, el Amatitlán en donde podemos vomitar todo aquello que no se alzó a la luz de ser libro, el basurero sinfónico: la Zona 3. Y ya se sabe que en la Zona 3 nunca hubo cocaína: sólo veneno y gamezán. Maurice Echeverría.


Tour

Bienvenidos.
Tomen asiento.
Hay suficientes sillas negras para todos.
Luego les mostraré la casa.
Es una casa enorme,
pero sus ambientes son estrechos y herméticos.
Lo más relevante que les puedo decir de este sitio
es que aquí no existe la ilusión.
Se terminó la ilusión.
La ilusión cuando termina
es como un hombre
que golpea a otro hombre
con un violín
hasta dejarlo quieto en la alfombra del cuarto,
esto es: del primer cuarto.
El segundo cuarto
es el cuarto de los enfermos,
de los hombres
con órganos interiores
anormalmente grandes.
Para ellos la noción de lo bueno
no es más que una noción borrosa, oscilante.
A veces sirve de algo pensar
que el mundo tiene un propósito,
y a veces ese propósito es una escultura
que conviene luego derribar.
A decir verdad,
ninguno de los tres acuchillados,
ninguno de los tres escogidos,
ninguno de los tres portadores de la máscara,
merece un primer lugar.
En el tercer cuarto
los muros son blancos,
no hay nada.
Nada salvo una lámpara y su bombilla,
y los muros blancos.
Una bombilla eléctrica de hielo
erosionando con su vacío
la realidad paciente.
Nadie está allí, nadie está tomando una foto.
Qué silencio impropio y necesario.
Pero lo más seguro es que si entran sentirán ustedes
cansancio,
cansancio por ese dolor que les calcina el vientre,
tan cansados que no podrán advertir
las sombras y los ángeles.
Y echarán de menos la música,
y sabrán que en sus vidas desaprovechadas
no han escuchado todo aquello
que es preciso escuchar.
En el siguiente cuarto, el de los espejos,
dejan la vida los impuros.
La mujer albina
siempre hace los señalamientos más inquietantes.
Por lo cual es preciso entender,
rápidamente entender
que su dentadura,
su morfología,
el timbre de su voz,
su dibujada silueta,
cada una de las pequeñas venas azules
en su mano larga,
todo el conjunto es una larga ilusión.
Yo les pido a ustedes un poco de cuidado.
Incluso los muertos aquí son traducciones.
No más que malas traducciones,
figuras de silencio.
En la primera oportunidad huyan,
y por favor al salir cierren bien la puerta.
De los otros cuartos nadie sabe nada.

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