Por lo visto,
el sol se ha enamorado
del edificio, cubriéndolo
con una luz sofisticada,
bastante irreal.
Es el mismo sol
que ayer se enamoró
de una muchacha iraquí,
cuando ésta lloraba,
cuando ésta lloraba.
El mismo sol anteayer
acariciando
sin reservas una nube
gruesa y radioactiva,
año 1945,
agosto exactamente.
¿Por qué no protestó,
oscureciéndose?
¿Cómo pudo ser testigo
de todo?
Díganme,
¿cómo es que aparece,
hoy de nuevo,
así campante,
tan hermoso,
y baña las ventanas castas
del edificio,
como quién no está enterado
de nada?
¿Es que nadie le piensa
decir algo?
Poemas-abortos. Considérese este blog un altar de mis fetos sucesivos, está destinado a reunir las sustancias residuales. Puah… La web es la tremebunda fosa séptica que la totalidad de los poetas esperábamos desde el principio de los tiempos, el Amatitlán en donde podemos vomitar todo aquello que no se alzó a la luz de ser libro, el basurero sinfónico: la Zona 3. Y ya se sabe que en la Zona 3 nunca hubo cocaína: sólo veneno y gamezán. Maurice Echeverría.
2 comentarios:
No soy crítica literaria, ni mucho menos alguien que tenga un gran conocimiento de poesía, pero estas palabras suyas me han tocado el alma.
Muchas gracias.
No hay palabras, los textos de este poemario (por muy cursi que suene el término) son alucinógenos verdaderos. Y odio la zalamería.
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