Ésta es la crónica
del murciélago hundido
en el diente
del satélite
que ha rodado
hasta el fondo pétreo
de las subtierras.
YA NADIE CANTA
NI NADIE TRADUCE.
NADIE HACE UN PREFACIO
NI TAMPOCO UN EPÍLOGO.
Perfectamente
en la unidad del tedio,
mientras los trovadores
–arrugados, las manos
de malaria– trabajan
en las farmacias,
autorecetándose
cosas, generando grises
combinaciones para curar
la falta de dulzura,
pero la Diosa Dulzura
es una perra que no
olvida…
Por supuesto que
no olvida…
Éste es el cuasipoema
surgido de lo más amarillo
de la materia.
Todos los fenómenos
han muerto;
no son más que polvo
de anfetamina
fragmentado en el cosmos,
yendo de izquierda a derecha,
y de derecha a izquierda,
poblando las grasosas
hectáreas de los parqueos.
Todos los fenómenos
y las lindas criaturas
han muerto:
el Gran Ajá ha muerto:
el Fabuloso Flash Sináptico:
sólo quedan las estatuas
y los mobiliarios
las latas catatónicas,
la locura informática,
acumulándose en el ático
de las grandes cadenas de pizza.
del murciélago hundido
en el diente
del satélite
que ha rodado
hasta el fondo pétreo
de las subtierras.
YA NADIE CANTA
NI NADIE TRADUCE.
NADIE HACE UN PREFACIO
NI TAMPOCO UN EPÍLOGO.
Perfectamente
en la unidad del tedio,
mientras los trovadores
–arrugados, las manos
de malaria– trabajan
en las farmacias,
autorecetándose
cosas, generando grises
combinaciones para curar
la falta de dulzura,
pero la Diosa Dulzura
es una perra que no
olvida…
Por supuesto que
no olvida…
Éste es el cuasipoema
surgido de lo más amarillo
de la materia.
Todos los fenómenos
han muerto;
no son más que polvo
de anfetamina
fragmentado en el cosmos,
yendo de izquierda a derecha,
y de derecha a izquierda,
poblando las grasosas
hectáreas de los parqueos.
Todos los fenómenos
y las lindas criaturas
han muerto:
el Gran Ajá ha muerto:
el Fabuloso Flash Sináptico:
sólo quedan las estatuas
y los mobiliarios
las latas catatónicas,
la locura informática,
acumulándose en el ático
de las grandes cadenas de pizza.
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