Esta pereza
de extender la mano en Nueva York,
esta pereza de estar vivo,
esta pereza,
estas uñas flojas,
cayéndose,
en las tiendas de zapatos,
esta pereza,
cada esquina,
los choferes,
con un brazo más gordo que el otro,
cantan.
Ayer, un hombre
me mostró su pierna
aureolada, sucia,
de dos dólares:
esta pereza evolucionada,
morfológica,
que consiste
en buscar pestañas a cuatro patas,
para no ver cómo los bajan
a tiros en la frontera,
que consiste en tomar
el submarino oscuro, y vegetar.
Ángel cegador,
pereza de levantar la vista:
los edificios,
los espejos de la catástrofe.
Poemas-abortos. Considérese este blog un altar de mis fetos sucesivos, está destinado a reunir las sustancias residuales. Puah… La web es la tremebunda fosa séptica que la totalidad de los poetas esperábamos desde el principio de los tiempos, el Amatitlán en donde podemos vomitar todo aquello que no se alzó a la luz de ser libro, el basurero sinfónico: la Zona 3. Y ya se sabe que en la Zona 3 nunca hubo cocaína: sólo veneno y gamezán. Maurice Echeverría.
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